La Casa de la Cultura de esta ciudad, abrió (1967) sus puertas a una
exposición de pintura de un joven de 24 años, que se presenta por
primera vez al público y que pertenece a la "línea popular y espontánea
de la creación".
Se trata de José Martínez Barrios, un joven soñador, nostálgico, rebuscador
de cosas pasadas. Su madre fue lavandera del río en un tiempo y estregaba diariamente, por poca paga, la ropa de los vecinos
de su calle. De entre esa ropa, José sacaba las sábanas de los vecinos y las
convertía en cuartos de coleto para sus pinceladas.
A pesar de que estuvo en la Escuela de Artes Plásticas "Armando
Reverón", todo el tiempo que pudo durar esta Escuela desaparecida de un plumazo.
Para el doctor Sellier, profesor de la UDO y crítico de arte que acaba
de adquirir varias de las obras expuestas por Martínez, el resultado es
"sorprendente". Expresa que este artista al pretender pintar una
alegoría al estilo de Fragonard, redescubre por su cuenta el mundo onírico de
Chagal y del aduanero Rousseau.
"La fuerza del instinto espontáneo —dice Sellier— es tan fuerte
que el pintor no repite mensaje de otros; sólo encuentra el suyo propio en la profundidad de su inconsciente".
Martínez, apacible joven de 24 años, a quien los citadinos disfrutan por
su manera de ser y ciertas anécdotas.
Cuando estudiaba en la Armando Reverón, el cura Párroco de la ciudad
llevó el cuadro de un santo pintado al óleo para que los estudiantes le
restauraran una mano que se había dañado. Los traviesos estudiantes de la
Armando Reverón se pusieron de acuerdo y le pintaron al santo una mano tan
descomunalmente larga que el cura cuando vino por el cuadro estalló hecho una
furia y amenazó a todos con excomulgarlos. Martínez
salvó a sus compañeros de la excomunión corrigiendo la
mano del santo y volviendo un aspecto de conformidad al indignado cura de la Parroquia.
Otra de sus anéctoas refiera que un hombre de su calle llevó a uno de sus hijos para que le hiciera un retrato pero el niño estaba tan mal vestido que le
pidió lo mejorara. Entonces Martínez lo
pintó como un príncipe, lo cual disgustó al Padre que le puso el lienzo de
collar (af (AF)
No hay comentarios:
Publicar un comentario