* Sarpache, otro de la quinaria, murió hace poco en Soledad y los dos Chinos regresaron y trabajan en un Restaurant de Georgetawn.
* Fromage que vive en Ciudad Bolívar no dio su nombre
legítimo porque es casado y tiene tres hijos, uno de los cuales está en el Ejército. Espera a que Henri Cheriere cuente la verdad
en su próximo libro.
-Américo Fernández-
Ciudad Bolívar, 16 de julio de 1967 (Especial).
En esta ciudad vive hace más de veinte años, un compañero
de fuga de Papillon, el hombre que ocupa la atención del mundo con el famoso documento
sobre su aventura en búsqueda constante de la libertad
y la vida de los forzados en el
Infierno verde. ,- No da a conocer su legítimo nombre
porque es casado y tiene tres hijos, uno de los cuales está en el Ejército.
Pero durante los 13 años que estuvo en
Cayena, sus compañeros de presidio lo
apodaron "Fromage" porque
era la presa fácil de las partidas de póker.
Laplanche, quien vivió y murió en Soledad, al otro lado del Orinoco, era otro de los que formaban la
quinaria junto con los dos chinos que hoy regentan un restaurante en Georgetown.
"Fromage" es un hombre blanco, de
contextura fuerte, mide 1,70 de estatura, tiene los ojos verdes rayados y habla el
español con ese tono gutural del francés. Trabaja en la Zona del Hierro
y viene frecuentemente a ver a su esposa, una guayanesa, a su hija de 18 años y a un hijo varón que estudia en el liceo. Otro se halla en el
Ejército.
A este hombre que se evadió del Infierno Verde junto
con el ya famoso Henri Cherriere (a) Papillón, lo buscábamos ansiosamente desde hace poco más
de dos meses cuando recogimos el “dato” en un bar
de la ciudad. Al ser localizado fue inútil todo intento para una entrevista. Fromage se negaba, sobremanera porque
alegaba ser un ex presidiario rehabilitado que no quería causarle el más leve daño a su
familia. Pero, al fin, en medio de la
insistencia y bajo la promesa de no
revelar nombres ni publicar fotografías,
accedió a decir unas cuantas cosas de su aventura.
CONDENADO A MORIR
EN LA GUILLOTINA
A la edad de diecisiete años, "Fromage" fue condenado a morir en la guillotina por haber, bajo arrebato pasional, matado a un
hombre.
—Ni el mejor abogado del momento, Henri Torres, pudo salvarme. El asesinato del Presidente de Francia, Paúl
Doumet puedo decir que me salvó la vida pues el Presidente entrante, Gaston
Doumergue atendió una oportuna solicitud de mi abogado y me conmutó la pena.
Me hallaba en el campamento de
Kourou, situado frente a las Islas San
José, Royale y del Diablo,
condenado a cadena perpetua Era el año 1933 y con veinte años de edad.
Entonces me propuse una fuga y fracasó siendo inmediatamente condenado a sufrir
prisión en la tenebrosa isla del diablo donde pasé ocho años.
Luego me dieron luz verde para el Continente y ya en Cayena me negué
a trabajar de cocinero para el
Comandante Martineau. En
vista de mi negativa, el Comandante me envió a un Campamento Forestal obligándome a cortar
un metro cúbico diario de madera. El jefe de este este
Campamento forestal era de
Martinica y vivía allí con su Señora, solos, los sos en medio 300 criminales. Nunca a nedie le importó el martiniqueño porque la
idea única y obsesionante del forzado cayenero era la fuga. Evadirse cuanto antes y en la primera ocasión.
idea única y obsesionante del forzado cayenero era la fuga. Evadirse cuanto antes y en la primera ocasión.
¿CUÁNDO CONOCIÓ A PAPILLÓN?
Era yo amigo de Papillón en la Isla del Diablo. El tuvo chance de que lo enviaran
a '!Cayena antes que a mí. Lo conocía desde Francia porquesu caso
hizo mucho ruido en Paris. No quiero hablar de esto. Cada uno lleva su cruz. Pero él estuvo 6 o 7 años internado
conmigo. 'Cuando lo devolvieron -de
Barranquilla, nos encontramos de nuevo en este campamento forestal llamado Matoury. Se desempeñaba como enfermero
y vivía solo en una barraca. En la barraca mía, en cambio, vivíamos hacinados
unos cincuenta, en aquella época transcurría la guerra
Mundial y los norteamericanos construían allí una base para aviones militares
que ocupaban a unos dos mil portorriqueños.
Quedaba distante unos diez kilómetro de nuestro Campamento y hasta allá
nos aventurábamos cada noche para traficar
con aguardiente y cigarrillos. Los dividendos
de este negocio y las ganancias obtenidas en
el juego de póker las acumulaba para
invertirlas en una fuga. Papillon vino a
verme un día y me propuso evadirnos,
pero sólo los dos por temor a los
soplones y a la Isla del Diablo. Los preparativos de fuga estaban casi listos y faltaba nada más que lo equivalente a mil bolívares. Me hice el enfermo y fui a la
Capital para ver al médico de la
Penitenciaría de Cayena. Allí me encontré con Laplanche, un viejo amigo, que tenía la plata y deseaba fugarse.
UNA FUGA DISTINTA A LA NOVELADA
POR PAPILLON
La fuga no fue desde la Isla del Diablo, ni sobre una ola llamada Lisette, tampoco navegando sobre una balsa
hecha con sacos llenos de cocos. Fue simple y llanamente en una curiara que le hurtamos a un Negro amigo
luego que lo emborrachamos. Se la hurtamos porque
el Negro tenía miedo y se negaba a vendérnosla. Una vez en posesión de
ella, la llenamos de piedras y la escondimos en el fondo de un río. La fuga a través del mar comenzó un domingo por la tarde: Papillon, yo, Laplanche y dos chinos fugados
de un penal especial para ellos y que estaban viviendo en el monte. Ese día estaba prohibida la salida al mar a
todos los pesqueros, debido al mal tiempo.
La bandera roja al tope del Faro era signo
de que nadie navegaría el mar para
darnos caza. Pasamos ocho días y ocho noches achicando la curiara que hacía
agua por todas partes. El sábado por
la mañana vimos a lo lejos algo
parecido a un barco y nos acercamos.
Era el Faro de Georgetown, a unas
veinte millas de la costa. Al llegar, sin saber dónde estábamos,
amarramos y subimos a hablar. Estaba allí un
oficial de marina. Por señas le pedimos
estopa y alquitrán para carenar la curiara y seguir. Al bajar, la lancha se
había ido a pique con todo lo que
había a bordo. Nos quedamos sólo con
los pantalones puestos y las espaldas
al aire, chamuscadas y despellejadas por la sal y el sol. Papillon estaba más
muerto que vivo, pues había salido
de Cayena con un tumor superficial en
el estómago a causa de una inyección mal
aplicada. A pesar de su dolorosa infección, estuvo turnándose conmigo
en la barra durante ocho días con sus noches. Los demás no sabían navegar a
la vela.
EN GEORGETOWN
El oficial de, la marina que se hallaba en el Faro, nos envió a
Georgetown y allá, antes de preguntarnos
quiénes éramos, nos enviaron al
Hospital. En esta ciudad para
entonces capital de la Guayana Inglesa, Papillon y yo trabajamos juntos en
Weismar, frente a las minas de
Makensi. Aquí pesqué la malaria y me mudé de sitio. Papillon quedó en la ciudad con otros
amigos, entre los que recuerdo a Guitou, Pierrot, Le Tou, etc. Eran unos cuantos. Lo
perdí de vista por un tiempo y luego supe que con tres amigos se fue en una curiara hasta
Venezuela.
EN VENEZUELA
En julio de 1948 yo también decidí buscar nuevos rumbos y con dos
amigos —Jean Vaillant y Maree Duré— me
aventuré a pies por la selva. Cruzamos la Sierra Imataca en 22 días y
llegamos a Tumeremo el 8 de agosto. Venezuela es un país comprensivo, amplio y generoso. Nos tendió
la mano y aquí estamos trabajando. Vaillant es mi compadre, padrino de mi hija que tiene 18 años porque aquí me
casé y encontré la felicidad con una Todos me conocen y me respetan.
Venezuela es mi segunda Patria y mi familia, dos varones y una hembra.
—¿Conoce usted a Joseph Cortés, el ex cayenero que le pide ayuda a
Papiillon desde Puerto La Cruz?
—Conocí a Cortés -"Fromage"— en la Isla del Diablo. Lo que dijo
En la entrevista es verdad. Estuve trece años allá y puedo decir que los únicos que se fugaron de Royale, en
lancha y tuvieron éxito, fueron ellos,
Nadie jamás lo logró.
—¿Cómo son los detalles de la niña salvada por Papillon?l
Nunca supe que salvó una niña.
¿La Justicia en Francia es así como la deja ver en su libro?
Por mala que haya sido Justicia en Francia, trece años que estuve no encontré ningún inocente.
¿Es Papillon un embustero?
—Es un hombre muy audaz y de
una gran imaginación, pero espero que en su otro libro Papillon cuente la
verdad.
—¿Ha vuelto a ver a Papillon?
En 1953 vino a esta y me visitó durante diez minutos.
¿Qué hablaron?
Nada que valga la pena
—¿Espera usted que Papillon lo ayude?
Sería para mí muy desagradable
llegar a la situación de Joseph Cortés. No nada espero de Papillon. Desde que me fugué, siempre he trabajado do y nunca me ha faltado para dar de comer a mi
familia. Quiero seguir así has muera.
"Fromage" —un gran amigo- no aguanta más, se levanta de su silla y me
despide.
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